lunes, 4 de marzo de 2013

La comunicación que descomunica


Ayer estaba hablando con una amiga y le dije: Ay! Me tengo que comprar una agendita para escribir todos los números de teléfono. Y mientras formulaba esa oración caí en cuenta que el aparato ya viene con esa función incluida. Entonces me quedé pensando, por qué no seguir usando la agenda? Por qué perder esa costumbre.


En qué momento cambiaron tanto las cosas? Es como si los avances ayudaran a acortar distancias, pero volvieron otras aún mayores. Y pensé, nuevamente, pensé mucho digamos. Estuve pensante. Por qué se perdieron tantos buenos hábitos?

Se acuerdan de las cartas y las postales?
Estando en España volví a escribir. Volví a la emoción de buscar papel carta y que se me cansara la mano de tanto para contar. Ir al correo, pegar las estampillas y esperar a que llegue a destino. Y ni hablar lo lindo de recibir la respuesta, y guardarla en un cofrecito de recuerdos. Una de las mejores fue de una tía postiza, Chanus. Me mandó una carta en un papel amarillento y en un sobre con los bordes celestes y blancos. Me dijo que suponía eran los sobres que había que usar si o si para mandar por avión y que lo había encontrado en su biblioteca, archivado entre discos y libros.

Ya no llamamos más por teléfono, reemplazamos la voz por texto a través de una pantalla. 

Ya nos enteramos de todo antes que nos lo cuenten. Conocemos gente sin conocerla. Saben la cantidad de veces que me pasó de ver a alguien que tengo en el facebook y decir… conozco a toda su familia, sus hobbies y hasta el nombre de sus mascotas… ahora sí, no tengo idea de dónde lo saqué

Ya no buscamos en libros, los debates se terminan más rápido. Todo se googlea, se wikipedeea.
Por mi parte voy a intentar jugar más al burato y a las cartas. Y no dejar que la tecnología reemplace abrazos. 

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