Ayer
estaba hablando con una amiga y le dije: Ay! Me tengo que comprar una agendita
para escribir todos los números de teléfono. Y mientras formulaba esa oración
caí en cuenta que el aparato ya viene con esa función incluida. Entonces me
quedé pensando, por qué no seguir usando la agenda? Por qué perder esa
costumbre.
En qué momento cambiaron
tanto las cosas? Es como si los avances ayudaran a acortar distancias, pero volvieron
otras aún mayores. Y pensé, nuevamente, pensé mucho digamos. Estuve pensante. Por
qué se perdieron tantos buenos hábitos?
Se
acuerdan de las cartas y las postales?
Estando
en España volví a escribir. Volví a la emoción de buscar papel carta y que se
me cansara la mano de tanto para contar. Ir al correo, pegar las estampillas y
esperar a que llegue a destino. Y ni hablar lo lindo de recibir la respuesta, y
guardarla en un cofrecito de recuerdos. Una de las mejores fue de una tía
postiza, Chanus. Me mandó una carta en un papel amarillento y en un sobre con
los bordes celestes y blancos. Me dijo que suponía eran los sobres que había
que usar si o si para mandar por avión y que lo había encontrado en su
biblioteca, archivado entre discos y libros.
Ya
no llamamos más por teléfono, reemplazamos la voz por texto a través de una
pantalla.
Ya
nos enteramos de todo antes que nos lo cuenten. Conocemos gente sin conocerla. Saben
la cantidad de veces que me pasó de ver a alguien que tengo en el facebook y
decir… conozco a toda su familia, sus hobbies y hasta el nombre de sus
mascotas… ahora sí, no tengo idea de dónde lo saqué
Ya
no buscamos en libros, los debates se terminan más rápido. Todo se googlea, se
wikipedeea.
Por
mi parte voy a intentar jugar más al burato y a las cartas. Y no dejar que la
tecnología reemplace abrazos.
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